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Últimamente, no paramos de escuchar la palabra “resiliencia” y por lo visto, es el santo grial de las cualidades humanas. La resiliencia es la capacidad de una persona para enfrentar y superar situaciones adversas y estresantes, y adaptarse positivamente a ellas. Se trata de una habilidad psicológica que se puede desarrollar y trabajar diariamente. Esta aptitud se puede aplicar a todos los aspectos de la vida, y en este post nos centraremos en la resiliencia educativa para ver cómo funciona dentro del aula y las oportunidades que ofrece.
Pero ¡cuidado! Nunca se debe confundir la resiliencia con la represión de las emociones, evitar el dolor o con intentar que nada nos afecte. Cuando somos resilientes, estamos aceptando la dificultad de cierta situación, con todo lo que ello conlleva, pero siempre intentando abstraernos y racionalizar los sentimientos que van apareciendo. Esto hará que superemos el problema de la manera óptima y beneficiosa o que, incluso, acabemos encontrando nuevas oportunidades.
Cada persona presenta mayor o menor predisposición natural a la resiliencia, pero al igual que otras muchas cualidades psicológicas, esta también se puede trabajar en el día a día.
Como decíamos al principio del post, la resiliencia se puede aplicar a todos los aspectos de la vida, y los profesionales del sector educativo, ya la están trabajando en las aulas. La resiliencia educativa se refiere a la capacidad de los estudiantes para superar los retos o situaciones estresantes que se suelen plantear en el ámbito educativo. Es decir, se trata de la habilidad de los estudiantes para enfrentar y superar dificultades en su proceso de aprendizaje y en su vida escolar. La resiliencia educativa tiene por objetivo que los estudiantes salgan fortalecidos de sus experiencias en la etapa educativa para que luego sean capaces de aplicar esos conocimientos prácticos a su vida adulta.
La resiliencia educativa incluye estas características:
Relaciones positivas y de apoyo: fortalece la unión entre los maestros, los compañeros de clase y familiares pueden ayudar a los estudiantes a sentirse seguros y protegidos. Estas relaciones también pueden proporcionar un ambiente de aprendizaje positivo y constructivo.
Competencia académica: los estudiantes que tienen una competencia académica fuerte y una comprensión sólida del material de aprendizaje pueden sentirse más capacitados para enfrentar desafíos y superar obstáculos en el aula.
Habilidades socioemocionales: este tipo de cualidades, como la autoestima, la resolución de problemas, la empatía y la regulación emocional, pueden ayudar a los estudiantes a desarrollar la resiliencia emocional y enfrentar situaciones difíciles con una actitud positiva.
Flexibilidad cognitiva: la capacidad de los estudiantes para adaptarse a diferentes situaciones y perspectivas puede ayudarles a superar desafíos académicos y sociales.
Ambiente de aprendizaje positivo: el ambiente, que incluye una cultura escolar segura y respetuosa, puede proporcionar un lugar seguro y apoyo emocional para los estudiantes, lo que a su vez puede ayudar a fomentar su resiliencia educativa.
Apoyo a la salud mental: es esencial el apoyo y la atención a la salud mental y emocional del alumnado, ya que así, se puede ayudar a los estudiantes a lidiar con los desafíos académicos y personales y a desarrollar una actitud positiva hacia la educación.
Para trabajar la resiliencia en el aula y fomentarla en los estudiantes, existen algunas estrategias y actividades, como estas que te desarrollamos a continuación.
Actividades de auto-reflexión: los estudiantes pueden trabajar en actividades que les ayuden a reflexionar sobre sus fortalezas, habilidades y logros. Por ejemplo, pueden escribir cartas a ellos mismos donde hablan sobre sus logros, sus metas y lo que quieren lograr en el futuro. También pueden hacer una lista de cosas que les hacen sentir bien consigo mismos y trabajar en aumentar su autoestima.
Juegos de roles: los juegos educativos de rol pueden ser una manera efectiva de enseñar habilidades socioemocionales, como la empatía y la resolución de conflictos. Los estudiantes pueden practicar situaciones sociales difíciles, como el acoso escolar, la exclusión y los conflictos entre compañeros de clase, y trabajar juntos para encontrar soluciones.
Aprendizaje basado en proyectos: los proyectos de investigación y presentación pueden ser una forma efectiva de enseñar habilidades socioemocionales y fomentar la resiliencia en los estudiantes. Por ejemplo, los estudiantes pueden trabajar en proyectos que aborden problemas sociales importantes, como la pobreza, la discriminación y el cambio climático. Al trabajar juntos en proyectos significativos, los estudiantes pueden desarrollar habilidades de colaboración y resolución de problemas, y sentirse capacitados para hacer una diferencia positiva en su comunidad.
Actividades de mindfulness y relajación: llevar a cabo actividades de mindfulness y relajación, como la meditación, la respiración profunda y el yoga, pueden ayudar a los estudiantes a reducir el estrés y la ansiedad, y mejorar su bienestar emocional y mental. Los educadores pueden enseñar técnicas de mindfulness y relajación a través de actividades guiadas y hacerlas una parte regular de la rutina diaria en el aula.
Esto son solo algunos ejemplos de ejercicios que se pueden hacer en clase para trabajar la resiliencia y entender en profundidad su filosofía, pero existen otros muchos basados en los fundamentos de la educación alternativa implantada por Maria Montessori. Si quieres saber más acerca de esta área educacional, no dudes en formarte con los mejores profesionales de Euroinnova.
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